Orlando Araujo
Viene del nombre de una hermana mía que
murió temprano, tenía dos años, yo tendría cinco y la vi la muerte por primera
vez amaneciendo un día de llantos de mi madre a quien tanto visitan los
fantasmas.
Tiene nariz de lorito no clasificado, ojos
de turquesa y esmeralda como piedritas con musgo bajo el agua de los puentes
que cruzan los ferrocarriles bajo los yagrumos.
Fuerte y débil, equilibrista de la
distancia entre debilidad y fortaleza, avanza el vuelo de sus colibríes por
flores y por aires. No hay amargura que la toque, ni protestas de amor que no
la tempesten.
Y cómo es de miel la cascada de sus brazos
cuando sus manos de marfil en delta desembocan en la cabellera de sus hijos o
apaciguan la frente de su padre.
Araujo, O. (1988). Cartas
a Sebastián para que no me olvide. Caracas:
Alianza Gráfica.
Alianza Gráfica.
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